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Biocompatibilidad en Cosmética: el secreto para ver resultados en tu piel

En CELIV, creemos que la eficacia de los productos depende de la Biocompatibilidad de las materias primas. Pero ¿Qué significa este concepto y por qué es tan relevante en el rubro de la Cosmética? Empezamos con una definición técnica para dar el contexto general, pero luego intentamos explicarlo de una manera más sencilla y cercana.

La Biocompatibilidad es un término que proviene del campo médico. Dentro de las definiciones que existen para este término, la más precisa en nuestra opinión es la siguiente: “La biocompatibilidad se refiere a la capacidad de un material para desempeñar la función deseada de acuerdo con un tratamiento médico, sin provocar ningún efecto indeseable, pero al mismo tiempo generando la mejor respuesta celular o del tejido en esa situación específica.”

Un clásico ejemplo del campo médico, son los implantes de titanio en diversos tipos de cirugías, los cuales permanecen estables e inalterados en nuestro cuerpo, de modo que el hueso termina reconociendo y aceptando este elemento extraño que se le ha implantado.

Biocompatibilidad en Cosmética

Si bien el término Biocompatibilidad en Cosmética es poco conocido en Chile y Latinoamérica, se utiliza frecuentemente en Estados Unidos y en Europa. Extrapolando la definición del campo médico, en Cosmética se dice que un ingrediente o producto es biocompatible cuando trabaja en armonía con la piel y ésta, lo reconoce y permite actuar de manera segura y efectiva, sin causar ningún tipo de efecto adverso. Como dice el doctor y dermatólogo Pedro Jaén en su libro, Una piel para toda la vida, “El ácido hialurónico es especialmente atractivo porque se trata de un material completamente biocompatible con el tejido humano, de manera que no provoca rechazo, alergia o reacciones adversas por su implantación”. Lo mismo ocurre en la piel.

La Biocompatibilidad es el secreto para una piel saludable. De hecho, el prefijo “Bio” significa Vida. Son ingredientes que están comprobados científicamente y que reducen la posibilidad de irritación o alteración cutánea. Por lo tanto, funcionan muy bien tanto en pieles sanas como en pieles con algún tipo de afección, como la rosácea, acné o en una piel atópica. Por otro lado, son ingredientes que ejercen correctamente su función en la piel sin dañar los procesos fisiológicos, es decir, sin perjudicar su funcionamiento natural. Además, tienen un mayor poder de absorción, permitiendo cambios visibles desde el interior.

¿Qué origen tiene un ingrediente biocompatible?

Algo relevante respecto de los ingredientes cosméticos biocompatibles, es que su origen puede ser natural o sintético. Quizá, te parezca extraño que los ingredientes sintéticos también puedan ser compatibles con la piel, pero así es. Existe un prejuicio de que lo natural es mejor que lo sintético. Sin embargo, gracias a los avances tecnológicos y muchas veces al uso de la Biotecnología, es posible replicar o imitar en laboratorios, ingredientes que provengan de la naturaleza sin necesidad de extraerlos, y por lo tanto, evitando el potencial daño en el medio ambiente. Un ejemplo sencillo es el Ácido Ascórbico, más conocido como Vitamina C, el cual se encuentra en frutas y verduras de forma natural. Es un ingrediente altamente empleado y aceptado en la Industria Cosmética, pero no es posible extraerlo directamente, por lo tanto, se sintetiza químicamente en un laboratorio, logrando un ingrediente activo idéntico al que se encuentra en las verduras y frutas, resultando ser seguro, efectivo y, por lo tanto, biocompatible.

Aunque no lo creas, existen componentes que, si bien están presentes en la naturaleza, no aportan beneficios a la piel, incluso pueden alterar su funcionamiento orgánico. Un ejemplo conocido, pero controversial, son los derivados de petróleo como las parafinas y vaselinas. Ambos son altamente utilizados en la Industria Cosmética principalmente por ser económicos y por sus propiedades emolientes [humectantes]. Aunque existen quienes no avalan su uso, argumentando que estos ingredientes aportan una película grasa en la piel obstruyendo los poros y en algunos casos deshidratando la piel. Por un lado, está la FDA de Estados Unidos, quien permite el uso del ingrediente Petrolatum [derivado de petróleo], sin ningún tipo de restricción, mientras que por otro lado, la Comunidad Europea, en su Base de Datos de Ingredientes Cosméticos [Cosing], señala que está prohibido a menos de que se conozca su proceso completo de refinamiento y que se demuestre que está libre de sustancias cancerígenas [en su anexo 2 de prohibiciones]. Si bien, este tema puede ser controversial y existen diversas opiniones al respecto, ayuda a ejemplificar que lo natural no necesariamente es sinónimo de bueno y de Biocompatibilidad.

Para nosotros en CELIV,  más allá del origen de un ingrediente, lo relevante es cuánta afinidad tiene con nuestro tejido celular. Como vimos, no todos los activos naturales son biocompatibles, así como tampoco todos los activos sintéticos son dañinos, y muchos de ellos sí aportan al cuidado de la piel y son biocompatibles. Podemos decir entonces, que existe un punto medio en que los ingredientes naturales y sintéticos se encuentran para funcionar en armonía con la piel; y es la Biocompatibilidad.

Como consumidor, ¿Cómo saber si un ingrediente es biocompatible o no?

Es responsabilidad de las empresas transmitir confianza al consumidor. En algunos productos encontrarás el porcentaje de Biocompatibilidad de manera explícita en el envase o packaging, pero como comentamos inicialmente, es un concepto que en Chile y Latinoamérica aún no es muy conocido.

En CELIV trabajamos de la mano de la ciencia y la tecnología porque entendemos que los nuevos descubrimientos son soluciones a necesidades o problemáticas de hoy. Por esta razón, uno de nuestros objetivos es priorizar estos activos entendiendo que es el secreto para mejorar la calidad de la piel y mantenerla saludable en el tiempo.



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